martes, 26 de septiembre de 2006

Oscurece en Santiago


(Vista a pie del Hostal de los Reyes Católicos, en la Plaza del Obradoiro.
Argila, Agosto 2006 - Santiago de Compostela, GALICIA)


En la ciudad (como hizo notar Jacinto) no se contemplan, ni se recuerdan los astros, porque los gases y los globos eléctricos los escamotean. Por eso (como yo advertí) nunca se entra en aquella comunión con el universo, que es la única gloria y el único consuelo de la vida. Pero en la sierra, sin disformes edificios de seis pisos, y sin cuidados que puncen, como las hojas de la chumbera, haciéndonos mirar al suelo, un Jacinto, un Fernández, libres, bien comidos, fumando desde los bancos de una ventana, pueden contemplar los astros y los astros contemplarles a ellos. Unos, ciertamente, con ojos de sublime inmovilidad y de sublime indiferencia, pero otros curiosamente, ansiosamente, con una luz que diríais que hace guiños, que llama, como si quisieran desde tan lejos revelar sus secretos o comprender los nuestros.


José María Eça de Queiroz: La ciudad y las sierras (fragmento)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Así así. todo en el blog. simplicidad, etc

niño palestino.

Judith dijo...

Ha sido totalmente para adaptarme al acervo comunitario, ¿eh? Que si no la UE no me cede fondos estructurales de atención...