sábado, 24 de noviembre de 2007

Fish mood

(play)


Se peinaba a lo garçon

la viajera que quiso enseñarme a besar

en la gare d'Austerlitz.


Primavera de un amor

amarillo y frugal como el sol

del veranillo de san Martín.


Hay quien dice que fui yo

el primero en olvidar

cuando en un si bemol de Jacques Brel

conocí a mademoiselle Amsterdam.


En la fatua Nueva York

da más sombra que los limoneros

la estatua de la libertad,

pero en desolation road

las sirenas de los petroleros

no dejan reír ni volar

y, en el coro de Babel,

desafina un español.

No hay más ley que la ley del tesoro

en las minas del rey Salomón.


Y desafiando el oleaje

sin timón ni timonel,

por mis sueños va, ligero de equipaje,

sobre un cascarón de nuez,

mi corazón de viaje,

luciendo los tatuajes

de un pasado bucanero,

de un velero al abordaje,

de un no te quiero querer.


Y cómo huir

cuando no quedan

islas para naufragar

al país

donde los sabios se retiran

del agravio de buscar

labios que sacan de quicio...


Mentiras que ganan juicios

tan sumarios que envilecen

el cristal de los acuarios

de los peces de ciudad

que mordieron el anzuelo,

que bucean a ras del suelo,

que no merecen nadar.

2 comentarios:

Paquito dijo...

¡Qué grande es Sabina! :-)))

Un saludete desde Amsterdam,

Paquito.
http://paquito4ever.blogspot.com

Milk dijo...

la viajera soy yo!