martes, 8 de enero de 2008

El mailing masivo que nunca fue

El encuentro de dos personalidades es como el contacto de dos sustancias químicas; si se produce alguna reacción, ambas se transforman.

Es lo que tiene esta "profesión" nuestra: que al escribir hay que hacerlo para todo el mundo. Lo cual implica, según fuentes indeterminadas pero asumidas, que hay que escribir para que nadie se sienta un ignorante o, peor aún, que nadie se sienta usurpando tierra ajena; como si las nuevas puertas que se abren no fueran una oportunidad sino un error, una pelota fuera de campo, una carta destinada a alguien ajeno. Es preferible repetir consignas conocidas, de forma que todo quisqui asienta. Que todo el mundo, al reconocer la letanía, pueda, tranquilito, decirle al discurso: "sí, ya sé qué eres". Y un clic después, suspirando, seremos deleted forever.

1 comentarios:

Hermes dijo...

Cierta vez a un pedagogo muy reconocido se le insistió en que brindara una ponencia. No sé bien por qué, pero, en contra de su deseo, aceptó. En ella hizo escuchar un audio de una persona que hablaba sobre un objeto muy valioso, al cual refinaba con sus mejores herramientas. Luego aceptó preguntas.
Los oyentes facultativos tejieron mil redes de teorías sobre la metáfora, no sin algo de temor a equivocarse, y lo aplaudieron vivamente.
Al llegar a su casa, el pedagogo llamó a un amigo carpintero, le agradeció por la grabación y prometió darle la plata de la conferencia.