domingo, 8 de febrero de 2009

And once it has begun...


Plenamente instalada aunque siga habiendo algún cubo de pintura por enmedio, empiezo a descubrir el barrio como si estuviera viviendo en otro país. Aunque haya pasado media vida andando por estas calles, amanecer en ellas es algo distinto. Me fascina el silencio sepulcral que cae sobre l'Eixample los sábados a la hora de la siesta, el polvo oscuro que cubre las fachadas y esconde las glorias de otros tiempos, el caos del mercado donde señoras con tacones y maquillaje piden kilos de patatas. Y me doy cuenta que por urbanita que me sienta tengo un dedo, un pie, una pata, bien anclados en los mundos y formas de mi madre, donde todo es más abierto, más llano, más terreno y más digno. Madre, no me lees nunca -¿cómo vas a saber tú cuando te enfrentas a ese google en las noches de guardia que yo me asomo en alguna parte de la bloggosfera?-, pero qué guapa estabas ayer con tu chaqueta verde.

Y mientras voy descubriendo mis nuevas rutinas, mi cámara de fotos montada permanentemente en el centro del salón, los cuadernos de dibujos por todas partes, mis compras verdes y saladas, los posters que a todo el mundo le parecen tristes y obscenos y que por algún pudor que aún no venzo sigo sin atreverme a colgar, como sigo mirando arriba y abajo de la escalera cuando salgo al portal por miedo a que los vecinos me oigan cantar por las mañanas. But once it has begun...

2 comentarios:

Milk dijo...

Qué posters son esos?? Que envidia empezar una casa propia, y llenarlo todo de tus propias rutinas sin que se entrometan las rutinas ajenas (espero volverme más tolerante antes de casarme).

Y tía, lo que deberías hacer es coger un avión a toda prisa y mandar tu globito desde el mismo sitio que nosotras (y de paso traerme una chaqueta roja, claro)

Joan Pau Inarejos dijo...

ohoh