martes, 8 de junio de 2004

Humores

Pero me refiero a los que alzan, a los sanos humores, desde la risa contagiosa del absurdo a la fina ironía cargada de malas intenciones. Para abrir boca, tres voces: Nietzsche, la bestia número uno, diciendo que el momento en que reímos denota nuestra inteligencia y, el timbre de nuestra risa, nuestra naturaleza. Bergson(Pau, ets un encant) descubrió que no podemos reir si no participamos de la complicidad del grupo. Y Kundera se asoma, en un ensayo sobre novela europea ("Los testamentos traicionados", en Tusquets), con lo siguiente: "Madame Grandgousier, que estaba preñada, se dio tal hartazgo de callos que hubo que administrarle un astringente; éste fue tan fuerte que los lóbulos de la placenta se aflojaron, el feto de Gargantúa se deslizó dentro de una vena, subió por ella y salió por la oreja de su made. Desde las primeras frases el libro descubre sus cartas: lo que aquí se cuenta no es serio: lo cual significa: aquí no se afirman verdades (científicas o míticas); nadie se compromete a dar una descripción de los hechos tal como son en realidad. (...)Idea fundamental: el humor no es una práctica inmemorial del hombre, es una invención unida al nacimiento de la novela. El humor, pues, no es la risa, la burla, la sátira, sino un aspecto particular d elo cómoico, del que dice Paz (y ésta es la clave para comprender la esencia del humor) que convierte en "ambiguo todo lo que toca". (...) En esos pasajes es donde el libro de Rabelais pasa a ser plana y radialmnte novela: a saber: territorio en el que se suspende el juicio moral. Suspender el juicio moral no es lo inmoral de la novela, es su moral. La moral que se opone a la indesarraigable práctica humana de juzgar enseguida, continuamente, y a todo el mundo, de juzgar antes y sin comprender. Esta ferviente disponibilidad paa juzgar es, desde el punto de vista de la sabiduría de la novela, la más detestable necedad, el mal más dañino"

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