miércoles, 3 de enero de 2007

¿No usas tu alma? Véndela

La primera alarma se produjo, hace ya unos cuantos años, desde la empresa de subastas cibernéticas eBay: un jovencito de 14 años, de Nuevo México, había puesto a la venta su alma, inducido por un capítulo de los Simpson en el que Bart hacía lo mismo.

¡Vendo mi alma! ¡Barata! Necesito dinero y lo necesito ya. Por poco dinero recibirá un documento que garantiza la posesión de mi alma. Haga ahora su oferta.

El demonio televisivo tentaba a este chico, que no tuvo mucho éxito: antes de que eBay retirara la puja, no había pasado de los cinco dólares. Le siguieron un canadiense, y luego una mujer chilena, mucho más ambiciosa, que pedía 4.300 dólares. Señor diablo, decía ésta, aquí tiene usted un alma preciosa, poco usada y muy barata.

Esta mujer, una economista de 43 años protestaba así por su situación monetaria y el desamparo en el que su pareja le había dejado. Pretendía comenzar un nuevo negocio con el dinero. Lo consiguió, pero no con la venta.

Tras las ventas de alma llegaron los pactos con el diablo: a través de un satarrículum vitae, en el que figuraban los hechos más negros vividos, algunas páginas web satánicas ofrecían directamente la compra del alma. Costaba 300 dólares.

La explicación de eBay para la retirada de la compraventa de almas fue una corrección política ejemplar: la empresa no toma posición sobre la existencia o inexistencia del alma, pero quien vende debe estar en condiciones de entregar lo que vende. Si el alma no existe, eBay no puede permitir la subasta del alma porque no hay nada que vender. Sin embargo, si el alma existe, de acuerdo con las normas de eBay sobre partes y restos humanos, no podemos permitir la subasta.

Atrás quedó Don Juan, Fausto, la polémica del alma de las mujeres, o de la misma existencia del alma. Como un objeto más, incluso con un marketing histórico provechoso, las almas, el demonio y los pactos diabólicos se apropiaban de Internet y de los patios de colegio.

Espido Freire: Mileuristas. Retrato de la generación de los mil euros. Ed.Ariel, 2006

P.D.: Nótese que el anuncio del chavalillo es infinitamente superior al de la madura economista.

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