martes, 18 de julio de 2006

Los portazos sin signos

Cuando discutíamos, mi marido se marchaba de la habitación. Ariel siempre se marchaba de la habitación. Los hombres se marchan de las habitaciones. No quieren hablar, no quieren discutir. Se marchan de la habitación como si su ausencia fuese a matarnos (y tienen razón). A veces incluso se marchaba de casa. Cerraba a propósito la puerta con un gran portazo, quería hacer temblar las paredes. Nunca regresaba, quiero decir a tiempo, cuando el regreso hubiese significado un giro, un arrepentimiento, ¿acaso existen en la vida esos virajes que vemos en los libros y en las películas, hombres que saltan de los estribos, suben los escalones de cuatro en cuatro?, en la vida real no existen esos giros apasionados, no, en la vida real no se regresa.
Yasmina Reza: En el trineo de Shopenhauer (y seguimos deslizándonos judía en mano...)

3 comentarios:

Judith dijo...

¿Será esto otro aprovechado comment automático en busca de autopromoción? En cualquier caso, lo respetaremos por venir de esa ciudad que me trae buenos recuerdos... Hi Brussels.

Anónimo dijo...

Hey! Yo no soy ningún autopromocionador... Que son una pasada las fotos del otro blog (el de flickr), deberías haberte dedicado a la fotografía y no al periodismo ;)

En serio, me encanta la del árbol, me recuerda a cuando mi cuñado me enseñaba a dibujar en el terreno cuando era pequeño... Aaah, son geniales!

Judith dijo...

Ohhh! Gracias...

Está bien esto que una pase de tener una "aureola antigua de letras" a ser una compositora visual en la red... xd.

Y por cierto: flick es un gran sitio si te mola el tema de las fotos,a ver si te animas a desplazar tu material.

Un saludo